El señor T entra al cuarto con un paso aletargado,
una sonrisa tímida y una mirada que se cruza con otros ojos y penetra,
intimida y da ternura, todo al mismo tiempo.
El señor T posee un corazón noble, resucitado entre batallas,
un poco triste y carente de palabras.
Ha pasado por mi vida, llevando un equipaje algo vacío,
pero su voz... su voz llenaba los huecos mas inhabitado de la almohada.
La incertidumbre nunca le ha pesado
y a veces prefiere partirse en dos y no llorar.
He sido musa para su ternura,
un pecado para su alma
y un intento fallido de esperanza.
y yo... que pierdo el control cuando crecen las distancias
lo he visto alejarse con una sonrisa
como diciendo "hasta mañana"
y me tranquilizó saber que un sábado cualquiera
me estará esperando de nuevo en su cama.